domingo, 16 de diciembre de 2012

Fotos que inspiran III



Subo al auto con aire decidido, me marcho a la ciudad que llora tango allende el charco... Me veo elegante con mi casquete de terciopelo, mis guantes negros y zapatos de falso antílope. Mi poca historia, lavada y planchadita, la guardé prolijamente en la maleta de cartón... Será la noche, El Vapor de la Carrera, y luego Buenos Aires. El chofer sonríe malicioso, no esquiva ni una piedra, tiembla el automóvil casi tanto como la amarillenta luz del farol de la esquina; querrá que aborte los sueños antes que los para más allá del río color de león. Lo miro fijo: a mí nadie me dice dónde subo o dónde bajo. "Disculpe... señorita", y el señorita se le cae de los labios como un insulto. No respondo. ¿Para qué, si ya estoy frente a la silueta que me cruzará a la vida? Dejo los billetes en el asiento trasero, bajo y el golpe de la puerta cerrándose estremece la noche. "Perra" me dice a medio grito; me le río en su cara, angosta y cuarteada como las calles de la Colonia. El coche gira y retorna a la puerta de la pensión. Por muchas lunas más, no subirá ninguna igual; yo soy su última pasajera negra, una de anchas caderas y ojos color de sol. Miro hacia mi recién nacido pasado: la esquina, el árbol, la luz macilenta de la farola, la casa colonial, las rejas... Y el auto detenido, aguardando... Pero correrán días, meses, años, antes que alguien tenga ganas de observar y contar la historia de esta noche. Quizá el sonido breve de una cámara fotográfica; quizá algunas palabras.

                                                                                                                           Autora:  Corina Suarez